Madame Bovary

En este libro “Madame Bovary” de Gustave Flauvert. Emma Bovary es víctima de la “enfermedad de la pasión”, una obsesión con el amor romántico y las emociones intensas, que la lleva a la frustración cuando la realidad no cumple sus expectativas. La protagonista ansía una vida extraordinaria y apasionada, pero se encuentra atrapada en la monotonía de la vida burguesa y el desencanto del día a día.

La lucha entre la resignación y la aceptación de la vida tal como es: sábados solitarios, intentos de distracción sin sentido económico, la pasividad como una forma de existencia. Esta resignación también se encuentra en Emma Bovary, quien en ciertos momentos intenta conformarse con su vida, pero la desesperación por lo que debería ser la empuja a la frustración y la huida a través del adulterio y el consumismo.

“Ya ha estado escrito” evoca el determinismo de la novela de Flaubert. Emma cree estar viviendo una historia que ha leído en los libros románticos, pero en realidad su destino parece escrito de antemano, atrapada en un ciclo de deseo, decepción y desesperación. Hay una conciencia de la rutina, del desencanto, y de la lucha entre la ilusión y la realidad.

Las expectativas irreales pueden ser fuente de sufrimiento. El vacio existencial se define en la no conformación con uno mismo en su entorno.

La conformidad no proviene de encontrar estímulos constantes, sino de reconocer que la intensidad es una cualidad interna que no siempre necesita ser satisfecha externamente. Aprender a disfrutar del silencio, de la observación y de los momentos de calma es un paso clave.

Si Emma hubiera cultivado una mirada más atenta y menos exigente hacia la vida, podría haber encontrado en su propio entorno las semillas de la felicidad en lugar de despreciarlo todo por no ser “suficiente”.